20 marzo 2007

Sabados para la formacion (Extracto de las charlas)




El pasado sábado se inició el ciclo de "Sábados para formación", con la participación de Nuria del Río, autora de “Rescata tu dinero. Finanzas solidarias y transformación social”, que nos habló de la triple naturaleza del dinero:

La triple naturaleza del dinero se puede ilustrar a través de un cuento.
Tenemos a dos agricultores de un mismo pueblo que cultivaban trigo en dos terrenos contiguos. Uno de ellos, Lucas, antes de dedicarse de forma práctica a la agricultura, estudió cómo hacer frente a elementos que condicionan de manera significativa el desarrollo de las cosechas, como una meteorología adversa. El otro, Juan, no lo hizo. Un año de sequía Lucas acudió al pueblo, reunió en asamblea a quien quiso oírle y explicó que si en una semana no se regaba su campo, la cosecha de trigo no llegaría, o sería de peor calidad, y eso afectaría al pan que el pueblo consumiera al año siguiente. Así que les pidió que le ayudaran a conseguir agua por el beneficio de todos. Quienes acudieron a la reunión aportaron el agua que pudieron reunir y consiguieron salvar la cosecha. Por otro lado, Juan se enfrentaba al mismo problema, pero no acudió al pueblo y se vio obligado a comprar el agua y a traerla de más lejos. Su cosecha se salvó, pero fue de peor calidad.

Al año siguiente, en el mercado semanal, se vendían los panes hechos con el trigo de Lucas y con el trigo de Juan. Tenían el mismo precio, pero no la misma calidad ni el mismo sabor. Además, Lucas repartió entre aquellos que le habían ayudado a salvar su cosecha un paquete de galletas hechas con su trigo, que cada cual se comió.


De aquí extraemos la triple naturaleza del dinero. Por un lado, está el dinero de consumo, que dedicamos a adquirir bienes básicos (como la comida, la ropa o el calzado). Ese dinero podemos decir que “se oxida”, porque nos sirve para comprar productos perecederos o con una vida limitada. Una economía que se limita a generar ese tipo de dinero es una economía de subsistencia. En el cuento, estaría representado por el pan o las galletas que el pueblo consumió.

Además, hay otro dinero, el que ahorramos, y que dedicamos a la inversión o al préstamo. En el cuento, está representado por el agua. Cada cual decide a qué destina sus ahorros: si a comprar acciones de grandes empresas o a financiar proyectos más pequeños, pero más justos y sobre los que realmente se puede influir y decidir (al contrario que ocurre con el dinero que se destina a una multinacional). Además, ese dinero puede financiar la especulación financiera (bolsa) o el sistema productivo (pequeñas empresas, banca ética o microcréditos).

Por último, esté el dinero que financia los servicios básicos y que cimenta el modelo de sociedad. Es el dinero representado por la educación que Lucas recibió y que repercutió en el beneficio de la comunidad. El dinero de nuestros impuestos puede dedicarse a crear una forma de estructurar la sociedad u otra. Este dinero está, por ejemplo, en la base de la financiación de las universidades, que la reciben a cambio de seguir fomentando un pensamiento único que emana del Consenso de Washington y que afianza los principios del neoliberalismo.




También estuvo Armando Fernández Steinko, profesor de Economía de la Univ. Complutense, que habló sobre LA FINANCIALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA.

Con la guerra de Vietnam y la necesidad de financiar el consiguiente gasto militar, EE UU rompe su compromiso de garantizar que cada dólar en circulación podía ser convertido en oro. Así que se abre la libre fluctuación de las monedas y eso, la compra-venta de divisas, es una nueva oportunidad de negocio, que monopolizan los mercados de Estados Unidos (Wall Street) y Londres. Se produce una desregulación progresiva de los mercados financieros en todo el mundo, donde hacen negocio las grandes fortunas del mundo (por ejemplo, las monarquías del Golfo Pérsico, millonarias tras la crisis del petróleo de 1973; o las dictaduras de Iberoamérica, que no tienen ningún pacto social establecido con sus pueblos). Además, con el auge de las muevas tecnologías, el negocio de la compra-venta de divisas se abarata muchísimo. Se inicia un cambio de tendencia en el reparto de las rentas, es decir, se produce la financialización de la economía: el sistema financiero ya no está al servicio del sistema productivo, sino que el sistema productivo está al servicio del sistema financiero.

En esta financialización, hay dos actores:
los bancos de inversión (Merrill Lynch, Goldman Sachs, Morgan Stanley)
los inversores institucionales


Los bancos de inversión representan a las grandes fortunas, a las que asesoran para obtener más por su dinero. También están aquí las multinacionales y los gobiernos. Los bancos les dicen a las grandes fortunas dónde colocar su dinero y a ellas les siguen multinacionales y gobiernos (p.ej., tras el 11-S, se les asesoró para que invirtieran en el ladrillo español, de ahí la burbuja inmobiliaria que vivimos). Además, estos bancos publican cada año listas con el denominado “riesgo país”, es decir, cómo de fiable es la deuda pública de un estado. Y para ocupar un buen lugar en esas listas y recibir financiación (que ya no llega vía impuestos, porque los gobiernos cada vez los bajan más), se les pide que aumenten la financialización de sus economías, p.ej., privatizando empresas públicas, que son, a su vez, nuevas oportunidades de hacer dinero para sus clientes principales, las grandes fortunas.

Los inversores institucionales son las empresas que gestionan fondos de inversión, fondos de pensiones y aseguradoras. La importancia de este tipo de inversores es que canalizan el ahorro de las clases medias y bajas. Por ejemplo, en EE UU, entorno al año 2000, este tipo de inversores gestionaba más de la mitad del ahorro de todas las familias. En esas mismas fechas, en Francia, España y Alemania, no llegaba a un tercio, con la particularidad de que, en Europa, el peso del ahorro familiar es menor, sigue siendo mayor el de las grandes fortunas.

De todo esto no se deducen teorías conspirativas, sino que la situación actual es el fruto de una correlación de fuerzas y de la reacción de esas fuerzas ante los acontecimientos. Es decir, que aunque se trate de dotar a la economía de unos tintes técnicos, la base de esta ciencia es social. Y no es un actor abstracto con vida propia, sino que se fundamenta en acciones humanas.

(Si deseas los textos completos no tienes más que dejar tu dirección o medio de contacto en los comentarios del blog)

2 comentarios:

pau11j dijo...

hola, me gustaria terminar de leer estos dos artículos tan interesantes e instructivos. Muchas gracias.

miguel.attac dijo...

si,... como no dejas ningún medio de contacto, lo mejor que se me ocurre es que contactes con attacmadrid por la via que te resulte más cómoda de las que se ven aqui:
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